
El Dr. Patricio Neumann Langdon, académico de la Universidad del Bío-Bío (UBB) e integrante del claustro del Doctorado en Ciencias con mención en Recursos Naturales Renovables de dicha casa de estudios, trabaja desde hace varios años en el desarrollo y aplicación de herramientas de análisis de ciclo de vida a problemas hídricos.
Actualmente lidera diversas investigaciones vinculadas a la Huella del Agua, la gestión hídrica y el pensamiento de ciclo de vida, y forma parte de un Proyecto Anillo recientemente adjudicado que se enfoca en el reuso de aguas residuales en la agricultura y su contribución a la mitigación de la escasez hídrica.
Conversamos con él para profundizar en la relevancia de estos indicadores, conocer los avances de su equipo y comprender los desafíos que enfrenta Chile para medir, gestionar y planificar el uso del recurso hídrico.
—¿Por qué la Huella del Agua se vuelve una herramienta clave para la gestión sustentable del recurso hídrico en Chile?
La Huella del Agua es una familia de indicadores que permite cuantificar el impacto que tienen las actividades humanas sobre los recursos hídricos, no solo en términos de cantidad de agua utilizada, sino también en calidad y en impactos ambientales asociados. A diferencia de otras métricas, este indicador incorpora una perspectiva de ciclo de vida, lo que significa que no solo evalúa lo que ocurre localmente, sino también lo que sucede en las cadenas de suministro vinculadas a la producción. Esa amplitud la vuelve una herramienta holística, fundamental para entender cómo interactúa cada actividad productiva con el entorno y, a partir de eso, promover una gestión hídrica realmente sustentable.
—¿Cuánto tiempo lleva trabajando en esta línea de investigación?
Específicamente en Huella del Agua llevamos trabajando alrededor de tres años, primero en el contexto de una tesis de nuestro programa de Doctorado en Ciencias con mención en Recursos Naturales Renovables, y luego a través de dos proyectos de innovación y desarrollo financiados por nuestra universidad y por la Dirección General de Aguas (DGA). Además de lo anterior, llevo más de diez años trabajando en análisis de ciclo de vida y en el desarrollo y aplicación de herramientas de gestión ambiental a problemas vinculados a la gestión del agua, la agricultura, y el manejo de residuos.
—¿Cuáles son los principales desafíos en la medición de la Huella del Agua en Chile, especialmente en la agricultura?
Uno de los principales desafíos para medir la Huella del Agua en Chile, especialmente en el sector agrícola, tiene que ver con la coexistencia de dos enfoques metodológicos, cada uno con limitaciones específicas. El primero es el enfoque volumétrico, que calcula cuánta agua utiliza una actividad productiva. Aunque esto puede parecer un método simple, presenta complejidades importantes, particularmente al estimar la huella verde, es decir, el agua proveniente de la lluvia y la humedad del suelo utilizada por cultivos y plantaciones forestales. En esta línea, nuestro equipo está proponiendo mejoras metodológicas que permitan una representación más precisa de la cantidad de agua utilizada por las actividades agrícolas y silvícolas. Junto al estudiante doctoral Steven Hidalgo desarrollamos una aproximación que representa de manera más realista estos flujos, mostrando que, en el contexto de Chile, los valores de huella verde podrían estar sobreestimados hasta en cinco veces. Este trabajo se encuentra actualmente en proceso de publicación.
El segundo es el enfoque basado en impactos, establecido por la norma ISO 14.046, y que busca relacionar el volumen de agua utilizado con los efectos que ese uso genera sobre la escasez hídrica y la calidad del recurso. Aquí enfrentamos un desafío mayor: Chile no cuenta con factores de caracterización locales, que son esenciales para traducir el uso del agua en estimaciones de impacto realistas en cada cuenca. Esto obliga a emplear factores globales que no representan adecuadamente las condiciones hidrológicas del país. Por esta razón, estamos trabajando en el desarrollo de factores de caracterización específicos para Chile, construidos a partir de información hidrológica nacional. Para esto, contar con información con respecto al uso de agua en la agricultura es prioridad, considerando que esta es la actividad que más agua utiliza en el país.
—¿Qué consecuencias tiene para Chile no contar aún con factores de caracterización propios?
Hace que las decisiones se tomen con indicadores que no reflejan la realidad local. La Huella del Agua es un método que cada vez está más integrado en las herramientas de gestión ambiental de nuestro país, incluyendo el Acuerdo de Producción Limpia “Certificado Azul” y la Ley Marco de Cambio Climático, que contempla sistemas de reporte voluntario de agua usando esta perspectiva de impactos.
Sin embargo, si los factores provienen de modelos globales, la literatura científica muestra que los resultados pueden diferir en órdenes de magnitud respecto de los cálculos basados en información local. Eso puede llevar a diagnósticos errados y a decisiones poco alineadas con las necesidades reales de cada cuenca. Por eso nuestro trabajo se centra en llenar ese vacío, desarrollando factores representativos para Chile.
—En Latinoamérica, ¿qué países están más avanzados en esta materia?
Los casos más desarrollados son Brasil y Perú. Ambos ya han calculado factores de caracterización basados en información hidrológica local. Con Perú, especialmente, hemos tenido acercamientos para alinear metodologías y fortalecer nuestro trabajo.
—Hace poco mencionaste el Proyecto Anillo recién adjudicado. ¿En qué consiste y cuál será tu rol?
El proyecto al que me refiero es un Proyecto Anillo temático en escasez hídrica para la agricultura, recientemente adjudicado. Está encabezado por el Dr. Ismael Vera de la Universidad Católica del Maule, y cuenta con la participación de nuestra institución y la Universidad Santo Tomás. Su objetivo central es evaluar el reuso de aguas residuales tratadas mediante humedales construidos, y analizar su utilización posterior en el riego agrícola, con un énfasis particular en el cultivo de cerezos.
El proyecto se estructura en tres grandes áreas de trabajo. La primera corresponde a la tecnología de depuración, donde se estudia el funcionamiento de los humedales construidos y la calidad del agua que éstos son capaces de generar. La segunda área aborda el impacto agronómico, analizando cómo responden los cultivos al riego con este tipo de agua, si son capaces de aprovechar los nutrientes presentes y cómo se ve afectado su rendimiento.
La tercera área está relacionada con la evaluación ambiental y la Huella del Agua, que es precisamente donde participo como investigador asociado. Nuestro objetivo es cuantificar los beneficios ambientales que puede ofrecer esta tecnología y evaluar sus efectos sobre la escasez hídrica en las cuencas involucradas.
Además, los resultados de este proyecto serán fundamentales para avanzar en futuras certificaciones ambientales y para cumplir con los requisitos de mercados internacionales, donde el uso eficiente y seguro del recurso hídrico es cada vez más relevante.
—¿Cómo la Huella del Agua puede contribuir a la seguridad hídrica y a la adaptación frente al cambio climático?
Lo fundamental es que permite medir, y aquello que no se mide, no se puede gestionar. La Huella del Agua integra aspectos relacionados con la cantidad de agua, su calidad, y escasez, todo esto con una perspectiva de ciclo de vida. Permite fijar metas de eficiencia hídrica, monitorear el avance, identificar riesgos y diseñar planes de uso inteligente del agua. Es una herramienta potente para adaptar la agricultura a escenarios de mayor estrés hídrico.
—¿El conocimiento generado está pensado para ser transferido a tomadores de decisiones y productores?
Absolutamente. Nos interesa que el conocimiento que estamos generando a través de estas iniciativas pueda transferirse a los tomadores de decisiones y al sector productivo. De hecho, actualmente estamos ejecutando un proyecto del Fondo para la Investigación, Innovación y Educación en Recursos Hídricos (FIIE) de la DGA, a través del cual buscamos identificar las principales brechas de información hídrica y de conocimiento entre los productores del Valle del Itata con respecto a este indicador. Con esa base buscamos desarrollar capacitaciones orientadas a que productores y actores locales conozcan, comprendan y, eventualmente, puedan implementar la Huella del Agua en sus propias actividades. En ese sentido, no se trata de investigación básica, sino de trabajo aplicado cuyo propósito es fortalecer la gestión de los recursos naturales a partir de evidencia científica.
—¿Cómo ha sido la respuesta de los pequeños productores, especialmente en zonas tradicionales como Itata?
Ha sido positiva. Ellos reconocen que el tema hídrico es crítico, aunque muchas veces sus urgencias inmediatas están más vinculadas a comercialización o continuidad productiva. Creemos que la Huella del Agua puede transformarse además en una oportunidad: ayudar a fortalecer el sello de sustentabilidad de sus productos — considerando que muchos producen en condiciones de secano — lo que les permita fortalecer su identidad y facilite su comercialización, especialmente en mercados internacionales.
—Para quienes quieran estudiar o investigar estos temas, ¿cómo se articula esta línea con el Doctorado en Ciencias de los Recursos Naturales?
El doctorado tiene un fuerte énfasis científico, pero también en herramientas de gestión basadas en evidencia. Ya tenemos una tesis doctoral finalizando en esta línea, y esperamos continuar con más estudiantes. Personalmente creo que hay espacio para trabajar varios años en esta línea específica y en temas relacionados. Invitamos a quienes estén interesados a acercarse y explorar posibilidades de tesis.
—Finalmente, ¿qué lo motiva personalmente a trabajar en estos temas tan complejos y urgentes?
Mi motivación es contribuir al desarrollo sustentable del país, generando información desde la ciencia y la ingeniería que permita compatibilizar el desarrollo económico y social con la conservación del nuestro patrimonio natural. Mi principal objetivo en esta línea de investigación es aportar con datos que ayuden a la transición hacia sistemas productivos más eficientes, con menor impacto ambiental, y alineados con la realidad hídrica actual.